Padre Gerald Dreling
Cuando hablamos de espiritualidad, estamos hablando de nuestra posición frente a la realidad que nos rodea. Creemos que la Espiritualidad es relacionarse. Hay una realidad fuera de nosotros. La Espiritualidad es un esfuerzo para conocerla. Espiritualidad es tomar la realidad que nos rodea en serio, es relacionamos con ella.
Esto trae algunas consecuencias. En primer lugar, tenemos que hacemos un sinnúmero de preguntas en cuanto a la realidad que nos rodea para ver si estamos o no en la debida relación con ella. En las primeras ediciones de la Biblia "Dios habla al hombre", publicada por la Sociedad Bíblica se traducían varias frases de San Pablo como cuestión de si estábamos o no "en la debida relación. . ." con Dios, con nuestros hermanos, con nuestro mundo. Han cambiado la traducción en las subsiguientes ediciones y estoy seguro que los entendidos en la materia tenían sus razones para cambiarla, pero extraño la frase. Siempre tocaba como un despertador cuando leía a Pablo con un poco de sueño. Siempre surgía la pregunta -y me quitaba el sueño-. ¿"Estoy en la debida relación..." con Dios, con mis hermanos, con mi mundo?
En segundo lugar, tenemos que buscar las respuestas a las preguntas que la espiritualidad propone. Por eso -entre otras cosas- tenemos que estudiar. A veces los jóvenes seminaristas piensan mucho en terminar sus estudios "para poder trabajar en la viña, salvar a las almas". También a veces los venerables Padres, Pastores, en función de su trabajo con la grey, no tienen tiempo para estudiar. Pero, cuando esta comunidad, que se llama Iglesia deja de estudiar, termina cuidando a un fantasma, un mundo que ya no existe, que se ha mudado: se ha mudado desde el campo hasta la ciudad; se ha mudado desde las Casonas de la vieja oligarquía hasta las barriadas de la gran ciudad; se ha mudado desde las faenas comunales hasta los sindicatos industriales; se ha mudado de Trento hasta el mundo del Vaticano II, Medellín y Puebla.
Por eso, para responder a la pregunta en cuanto a nuestra relación con el mundo que nos rodea, para buscar las respuestas a las preguntas que la Espiritualidad nos propone, no solamente tenemos que estudiar, tenemos que leer los periódicos, conversar con la gente. No se hace la Vida Espiritual en un vacío. Todos los elementos, toda la realidad, por cruda que sea, todas las personas, es decir, toda la creación de Dios, todos los hijos de Dios con sus estructuras sociales, económicas y culturales forman la materia prima para el desarrollo de nuestra Vida Espiritual.
En tercer lugar y ya entrando en el tema de la ESPIRITUALIDAD DE LA PRECIOSA SANGRE, tenemos nos preguntamos: ¿Qué tiene que ver la Sangre de Cristo con nuestra espiritualidad, con este relacionarnos con el mundo que nos rodea?
La Sangre habla de muchas cosas. Siempre ha servido al hombre como un símbolo importante. El hombre ha usado el símbolo de la sangre para identificarse: "Tiene sangre azul" se dice, para identificar a un hombre de la "alta sociedad". En los Estados Unidos se habla del "Red Blooded American" (el hombre de sangre roja), para identificar al hombre demócrata, al hombre libre. Luego de leer la novela "Todas las Sangres" de José María Arguedas, uno se queda con una imagen del modo de pensar, el obrar, las esperanzas e ilusiones de todas las sangres, es decir, de todos los pueblos y clases que forman el Perú. La Sangre habla de esfuerzo: "sudor y sangre". La Sangre habla también de emociones: "con sangre fría", "con sangre y lágrimas", se dice. La sangre habla de los que dominan "chupando la sangre del pueblo". Habla de los dominados, como es el título del famoso libro "Las venas abiertas de América Latina", del conocido autor Eduardo Galeano.
La Sangre de Cristo habla también de muchas cosas, pero sobre todo habla primero de una toma de posición y, segundo, de la muerte en función de la vida.
Primero, habla de una toma de posición por parte de Cristo. No es suficiente hablar en términos abstractos en cuanto a la muerte de Cristo para "salvamos", para "redimimos", para "pagar el precio de...". No es suficiente hablar de la Sangre de Cristo solamente en términos de aplicar los méritos de la Preciosa Sangre. La eficacia de la Sangre de Cristo ciertamente es universal: abarca a todos los hombres de todos los tiempos. Pero la muerte de Cristo en la Cruz, el derramamiento de su Sangre Preciosa en su Pasión y Muerte era, es un acto particular Fue la consecuencia de una toma de posición por parte de Cristo frente a una situación muy específica, una realidad histórica muy definida. O sea que la Sangre de Cristo habla de coraje, de valentía, de la fuerza del amor frente a una situación histórica de corrupción, envidia, coima, deseo de poder, intriga, engaño. En una palabra, la Sangre de Cristo habla de una posición firme frente al pecado en todas sus formas.
La Sangre de Cristo hace imposible la indiferencia frente al mal, frente al pecado, sea personal o social. Una Espiritualidad de la Preciosa Sangre exige una toma de posición. ¿Estamos o no en la debida relación con el mundo que nos rodea? ¿Somos capaces y estamos dispuestos a tomar como Cristo, una posición frente al mal?
Segundo, la Sangre de Cristo nos habla de Vida y Muerte. Vivimos en un mundo donde mucho de la Vida está en función de la muerte. En el siglo pasado y lo que va del presente, millones y millones de litros de sangre han sido derramados en el altar del dios de la muerte, la guerra. Millones y millones de dólares han sido, están siendo y serán gastados en armamentos, que -según dicen- son para proteger la vida, pero son -al fin y al cabo- en función de la muerte, se califican y se juzgan en función de su eficacia para matar. Y estos gastos representan el sudor y la sangre de muchas naciones y de sus pueblos, que son los grandes poderes del mundo de hoy. Pero no solo eso, representan también el sufrimiento y la muerte de muchas otras naciones y sus pueblos postergados y abandonados. No se requiere una computadora para sacar la cuenta Hay tanta vida, tanta sangre, tanto sudor en este mundo nuestro y nada más. Si se gasta tanto de esta vida, de esta sangre, de este sudor en función de la muerte, ¿qué queda para promover, proteger, fomentar la vida de estos hermanos nuestros necesitados y pobres?
La Sangre de Cristo nos habla de muerte, es cierto, pero es siempre de muerte en función de la vida, de la promoción de la vida, de la protección de la vida. Este es el punto que debemos reforzar en nuestra mente nosotros, los hijos de San Gaspar, nosotros cuyas vidas deben estar marcadas por una Espiritualidad de la Preciosa Sangre. La Sangre de Cristo y la Espiritualidad de la Preciosa Sangre tienen sentido en la medida en que conquistan la muerte.
Entonces, en cuanto a esta cuestión fundamental de la vida y la muerte, la Preciosa Sangre, la Espiritualidad de la Sangre de Cristo siempre nos pone en la debida relación con las realidades básicas de la existencia humana. Por una parte la Espiritualidad de la Preciosa Sangre siempre nos pone en la debida relación con la muerte, o sea la lucha para vencer la muerte en todas sus formas. Y, por otra parte, la Sangre de Cristo nos pone en la debida relación con la vida, o sea, la lucha para promover la vida en todas sus formas
Como hijos de San Gaspar y como hijos de nuestra época, época de rumores de guerras; época de armas nucleares y bacteriológicas; época de conversaciones sobre desarme; época de riqueza fantástica y de increible pobreza; época de opresión y dependencia; época de renovación; época de temor frente al futuro; debemos siempre preguntamos ¿por dónde va nuestra vida, nuestra sangre, nuestro sudor como individuos y como Comunidad? ¿Estamos o no en la debida relación con la muerte? La lucha para ponemos en esta debida relación es lo que da sentido a nuestras vidas como hijos de Gaspar, es lo que da sentido a nuestra existencia como Comunidad de la Congregación de la Preciosa Sangre.