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La hipótesis de PPK de que el indulto contribuye a la reconciliación en el Perú no se entiende ni es admisible. ¿Cómo la liberación de un dictador quien forzó esterilizaciones, asesinó universitarios y catedráticos, corrompió las instituciones estatales, robó al Perú… provocaría algún tipo de reconciliación?
Simplemente, carece de lógica… y sólo conviene a un grupo de fujimoristas. Sin fundamento real se intenta desde el gobierno justificar algo que solo nace de un interés particular. No les importa desestabilizar el país ni el bien común. Ya lo vimos a la hora de proteger las empresas grandes como las de alimentos al hacer poco comprensible las etiquetas de advertencia. Así mismo, al exonerar a las grandes aerolíneas de los justos impuestos que deberían tributar al estado peruano.
Al final, el indulto se traduce en impunidad y exclusión. Durante el discurso de Pedro Pablo Kuczynski jamás se menciona a las víctimas y deudos. Su voz de protesta se ha perdido en algunas líneas de periódicos y reportes de televisión. No están presentes para el presidente y los fujimoristas. Su presencia para ellos es inexistente, son bloqueadores de la supuesta reconciliación. En el colmo de la ilógica y para sustentar “bien” sus actos acuden al engaño y la manipulación. Para ellos, la violación de los derechos fundamentales de los ciudadanos peruanos durante el régimen fujimorista fueron reducidos a una mera palabra que solo invita a la indignación: “errores”.
Bueno, la “reconciliación” ya llegó. El 24 de diciembre, a pocas horas de terminar el día, en la Plaza San Martin se reunieron los protestantes indignados con el indulto para hacer sentir su voz. Su 25 de diciembre lo pasaron defendiendo a su país, gritando a PPK improperios y exigiendo justicia. Esta misma lucha se repitió en varios departamentos del Perú en la que miles de ciudadanos indignados salieron a protestar contra un indulto amañado y que pervierte el espíritu de la ley. Desde de ese día, más ciudadanos han salido a protestar contra este insulto a la justicia, a la dignidad humana y a un pueblo que espera que los criminales, corruptos y ladrones deben ser sancionados y pagar por sus delitos y crímenes tal como lo establece la ley.
Fuente: La República
Desde el 24 de diciembre tenemos un país dividido entre quienes apoyan y quienes rechazan el indulto express otorgado por PPK a Fujimori.
La división no solo afecta a nuestro país en su conjunto. También lo ha hecho en el círculo más íntimo del presidente. Varios ministros, viceministros, asesores, congresistas y otros funcionarios han renunciado mostrando su rechazo total al indulto y al modo en que se ha dado, adoptando más la forma de un “negociado” que de una medida humanitaria. En el Congreso, PPK se queda con una bancada fracturada, la población lo repudia y lo ve como un hombre deshonesto y un títere del fujimorismo. En resumen, PPK acaba de pasar a la historia negra del Perú, al igual su indultado, Toledo, Humala y García.
Las próximas semanas son de pronóstico reservado para nuestro país, pero es seguro que la calle seguirá siendo el foro desde el cual los indignados del Perú expresen su voluntad de justicia, respeto por los Derechos Humanos, respeto por las instituciones del Estado y por los dictámenes judiciales resultado de juicios transparentes y justos como los que condenaron a Alberto Fujimori por crímenes de lesa humanidad, secuestro y corrupción. Este capítulo de nuestra historia no se podrá borrar con indultos amañados ni con presiones en la Comisión de Educación del Congreso, bajo dictadura fujimorista, para maquillar el currículo y los textos escolares.
Lo más seguro es que en el futuro próximo, por la presión social y por la acción de órganos supranacionales de justicia, Fujimori vuelva a cumplir su condena en cárcel y que el actual mandatario renuncie a dirigir los destinos del Perú para lo cual ha demostrado constantemente, que está incapacitado.