A decir verdad nunca he sido un gran hincha del deporte. Incluso debo admitir que la movilización entusiasta de absolutamente todo el país detrás del equipo de fútbol rumbo al Mundial Rusia 2018 me parecía un exceso. Los medios –televisión, periódicos, radio- nos informaron acerca de las innumerables muestras de apoyo hacia el equipo por parte de hombres y mujeres, jóvenes y niños, personas de todas las edades y estatus sociales. Poco a poco comencé a pensar, comprender y apreciar que lo que estaba pasando era extraordinario.
Todo el país se unió alrededor del equipo peruano. El equipo unido, disciplinado y combativo le dio al pueblo entero un sentido de autoestima, de unión y de solidaridad impresionante. Era realmente increíble y decidí que sería una necedad no reconocer lo realmente bello de lo que estaba aconteciendo.
Entonces comencé a pensar acerca de lo sucedido con el indulto a Fujimori y las marchas y manifestaciones que se vienen realizando en todo el país desde dicho anuncio. El 26 de diciembre, el diario UNO publicó en su portada “Indignación nacional contra el indulto”; más adelante, en la página 3, un artículo cita a Verónica Mendoza, quien afirmó que “es hora de movilizarnos y organizarnos para cambiarlo todo desde abajo y con la gente”.
Para mí, el llamado de Verónika no es solo oportuno y necesario, sino también realizable. Justo en estos momentos, pensando en el orgullo nacional de participar en el Mundial Rusia 2018, por un lado, y la indignación nacional contra el indulto, por el otro, estamos realmente tocando fondo –aunque no nos demos cuenta. Estamos tocando fondo en dos realidades fundamentales: el amor por la patria y las posibilidades de paz para ella. En resumen, estamos hablando del bien común y la paz social en el Perú.
Tenemos que entender que la paz social no es la mera ausencia de violencia lograda por la imposición de un sector sobre otros. Se trata más bien de “organizarnos para cambiarlo todo desde abajo y con la gente”. Para ello, considero importante tener presente cuatro principios:
Primero, se trata de un proceso. No estamos luchando por espacios de poder para resolver los problemas rápida o mágicamente en el presente, sino que estamos iniciando un proceso con la idea de desarrollar acciones transformadoras que involucren a personas y grupos nuevos que produzcan un desarrollo constante y para el bien de todos.
Segundo, en este proceso habrá conflictos. Habrá quienes quieran ignorar los conflictos y otros que pensarán que todo no es nada más que conflictos; pero tenemos que recordar que la unidad y la solidaridad son superiores al conflicto y que “con corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir una auténtica paz social”.
Tercero, tenemos que mantener los pies sobre la tierra. En el desarrollo de este proceso habrá muchas y buenas ideas, y habrá que adoptar aquellas que estén conectadas con la realidad y contribuyan a la construcción de un futuro mejor para todos. Pero, también habrá ideas cuyo fin será ocultar o disfrazar la realidad; estas ideas no ayudan a entender e interpretar la realidad, no nos sirven, pues en vez de ayudarnos a avanzar en nuestro proceso de cambio nos obstaculizan, nos desvían, nos engañan. Hay que estar atentos, discernir y optar por las mejores ideas para el beneficios de todos o la mayoría.
Cuarto, y finalmente, es importante que enfoquemos nuestro proceso a nivel nacional –ya sea costa, sierra y selva-, y no solo centrando el cambio en Lima. La totalidad de este proceso es más que cada una de sus partes y la mera suma de ellas; es decir, que en el proceso de búsqueda de bienestar social, es muy importante tener una visión de Perú unido y no sólo de departamentos que luchan por su lado por el bien común. No debemos obsesionarnos por cuestiones limitadas y particulares sino todo lo contrario, hay que ampliar la mirada para reconocer un bien mayor que nos beneficiará a todos.
Entonces, hermanos y hermanas, pongámonos a pensar y actuar. Dialoguemos en familia, entre vecinos, cambiemos opiniones, hagamos preguntas, organicémonos para la acción por la justicia, la paz y el bien común, cada uno, en grupos u organizaciones, siempre con la meta clara de construir un mejor país y para todos. “Es hora de movilizarnos y organizarnos para cambiarlo todo desde abajo con la gente”.