La educación es, en mi opinión, la responsabilidad de tres agentes bien definidos: la escuela, la sociedad y la familia. Las tres trabajan como un solo engranaje y si uno falla, el resultado no es nada satisfactorio. Tenemos que comprender que el estudiante no sólo aprende en la escuela, lo hace también en su familia, integrando los valores y actitudes familiares y, en la sociedad, asimilando su cultura y sus costumbres. Así pues, se hace urgente que cada uno de estos agentes sea consciente de que es responsable de la educación de esta nueva generación y colabore con ella.
LA ESCUELA ES INSUFICIENTE
En repetidas ocasiones se sanciona a la escuela con múltiples calificativos negativos. Los profesores no son más los respetados profesionales de hace veinte o treinta años y, más por el contrario, son vistos como la inútil fuerza educativa que se protege tenazmente de las posibles evaluaciones a su desempeño.
Lo cierto es que siempre han sido insuficientes.
Desplazar la responsabilidad de la educación a la institución educativa y culparla de todas las carencias educacionales y sociales es simplemente irresponsable. La mala educación no sólo ocurre por responsabilidad de un mal profesor, ocurre también por la desnutrición de los estudiantes, por los problemas en sus hogares, por la violencia familiar, por los inadecuados materiales educativos, por la falta de implementación en las aulas… etc.
Claramente existen falencias que escapan al tiempo y espacio del aula de clases y a la jurisdicción del profesor.
PADRES DESINTERESADOS
Preguntémonos por un instante: ¿Cuál es la fecha preferida de los padres para acudir a la Institución Educativa? ¿No es cada fin de bimestre o trimestre… cuando la libreta de notas ha caído en sus manos y el rojo aparece como una mancha de aceite que bien podría ser limpiada?
Lo cierto es que hay una gran mayoría de padres que se desvive por la nota, en un país que ocupa el último lugar en las pruebas PISA. Muchos de estos padres no refuerzan la educación de sus hijos, no actúan exitosamente en su rol como padres y no promueven una vida familiar como debería, porque consideran que la educación está exclusivamente en la escuela. Es entonces que el Internet y la vida social entran agresivamente y sin filtro en la educación de niños y adolescentes. La sociedad no es precisamente una presentación de virtudes y valores morales y se vuelve la madre desaliñada de la nueva generación.
UNA PROPUESTA
La sociedad cambia cuando los particulares cambian. Los padres de familia en ocasiones no tienen los conocimientos psicológicos, pedagógicos y estratégicos adecuados para criar un niño saludable tanto física, como mental y moralmente. ¿Cómo sé esto? Pues sólo basta ver las noticias. Hoy en día la delincuencia juvenil y de menores de edad ha escalado como la espuma: Suicidios, parricidios, homicidios, violaciones, delincuencia, drogadicción, pandillaje, prostitución… etc. Todo este cargamento negativo no sólo se debe a la deficiencia educativa, sino también a una sociedad y una familia irresponsables.
Pero recordemos que la célula familiar es parte de la sociedad y que todas las células familiares conforman nuestra sociedad. ¿Y quiénes son los encargados de estas familias? Pues nada menos que los padres. Entonces, el obvio movimiento sería enseñarles a ser buenos padres de familia. ¿Cómo hacerlo? A través de la Escuela de Padres.
NUESTRA ESCUELA DE PADRES
Los padres de familia también son producto de padres que no recibieron formación para ser buenos padres y, por eso, evidencian deficiencias en la forma de educar a sus propios hijos. Así, por ejemplo, en cuanto al estudio, si un padre ve que su hijo aprende mejor con un documental audiovisual que con una enciclopedia, entonces no le queda nada más que aceptarlo y no obligarlo a seguir el método de moda (o el de sus tiempos). El padre puede, sin embargo, sugerir técnicas de estudio. Pero, ¿las conoce?
Así pues, se hace urgente una Escuela de Padres que involucre al padre en la vida de su hijo estudiante. Un párrafo atrás hablábamos de la educación escolar, pero eso sólo es una parte de la vida del estudiante. Yo hablo de una escuela de padres que prepare al padre ante las variadas situaciones negativas y positivas que tienen que enfrentar sus hijos.
Ante esta urgencia varios colegios han desarrollado el programa Escuela de Padres tomando en cuenta los temas epicentro de la sociedad. Sólo basta buscar en Internet para encontrar cientos de programas adecuados a cada contexto. Esto refleja la preocupación de la institución educativa por la educación fuera de sus muros. El trabajo de los padres es vital en todo momento y no se los puede dejar de lado en especial en momentos de tanta incertidumbre.
Finalmente debemos comprender que tanto la familia como la institución trabajan con el mismo fin: el bienestar del estudiante. El educando, en todas sus etapas de crecimiento, aprende de “alguien más” y usa esos conocimientos, virtudes y actitudes para enfrentar su realidad. La cuestión en todo esto es ser ese “alguien más”.