Siempre se ha dicho que para combatir la corrupción la educación es un medio. Pero lo que no se ha dicho es si hay corrupción en la educación. Por lo tanto al reflexionar entorno a la visión de los educadores sobre este tema, es necesario tener claridad conceptual entre causas y efectos a fin de aproximarse a la cabal comprensión de las dos aristas que contiene este debate. Es decir, si la educación es el medio para combatir la corrupción, o si la corrupción ha invadido la educación para desnaturalizar su función socializante y transformadora de la realidad. Sobre estas bases conceptuales, se puede considerar la oportunidad de analizar el tema desde la perspectiva de la educación y los educadores sin caer en el error de ofrecer soluciones desmeritando la oportunidad de ir más allá en todo este esfuerzo y analizar el tema en sus dos dimensiones: la corrupción en educación y la educación contra la corrupción.
Corrupción en la educación El primer acto de corrupción, es no permitirle a la gente expresarse. Cuando las personas no pueden ejercer su libertad de decir, de pensar o de actuar por temor a las consecuencias, se está en presencia de una amenaza directa a la dignidad humana. Frente al miedo que promueven los corruptores, se deben oponer los recursos de la virtud, el conocimiento, el carácter y la paciencia, que son fruto directo de la obra civilizadora de la educación de un pueblo. La respuesta a la pregunta: "¿Hay corrupción en el Sistema del Ministerio de Educación? es una: sí, si la hay, y en todos los niveles del más alto al más bajo, en el nacional y en el internacional. Siendo un ejemplo sensible y destacado el de los comedores escolares cuyo presupuesto supera toda estimación elemental. En una investigación que realizó KPMG, a cargo de especialistas, se observó que en 8 de cada 10 comedores escolares administrados; por los centros o por las juntas o por los patronatos, había actos incorrectos. Por ejemplo en Limón, el proveedor es uno solo y no se realizan todos los procesos administrativos para la contratación administrativa. Pero, se pudo comprobar como en la refrigeradora había langostas para los profesores, mientras que para los chiquillos había salchichón. Al revisar el peso de los productos se pudo evidenciar que estaban entregando menos de lo que decían las facturas. Todo lo anterior, respaldado por un estudio de campo, ejecutado por KPMG. Al estudiar los resultados de muchísimos centros educativos, esto hace dos años; la pregunta que se planteó fue: ¿son culpables todos los directores de eso? La respuesta para el 99% de los casos, fue que no. Y ¿por qué no son culpables? Porque el propio Ministerio de Educación los obligó a ejecutar actos incorrectos. ¿Por qué los obligó? Porque con excepción de dos en trescientos centros educativos evaluados, los directores, lejos de beneficiarse con la directriz ministerial, cumplían cabalmente con destinar dinero del presupuesto de comedores escolares para financiar los gastos de operación del centro educativo que el Ministerio no cubría. Lo que podía ser catalogado como un acto de corrupción, en estas escuelas era un acto de supervivencia institucional. Un caso concreto: los servicios sanitarios. Un centro educativo donde solo existen dos o tres servicios sanitarios para mil quinientos alumnos, sin considerar los maestros. ¿Cuándo y cómo se arregla un problema de esta naturaleza? Para resolver un problema de salud como este, el único recurso económico disponible era el presupuesto del comedor escolar. El método utilizado era comprar menos producto al proveedor, pero al mismo precio de la factura de siempre, para destinar la diferencia al presupuesto escolar. ¿Existe un acto de corrupción? La respuesta es no, porque el Ministerio de Educación incumple su obligación de darle recursos para administrar las necesidades del centro educativo. Los casos antes reseñados son actos incorrectos, actos ilegales, encaminados a resolver una problemática aguda en todo sentido, pero para la cual no hay legalmente ninguna solución inmediata. Con este estudio se pudo probar que las necesidades de los centros obligan a los directores a actuar al margen de la ley. El origen de este drama institucional lo es un director que clama, para que le den los recursos para atender el centro educativo, y lo que recibe es una instrucción verbal, para resolver el problema mediante un mecanismo que es impropio, e ilegal pero el único al fin. Porque hoy en día, ni los padres de familia, que hoy en un 80% son mujeres jefes de hogar, ni la comunidad, están en posición de darle mantenimiento a las escuelas públicas. La cuestión es definir, si es este un acto que legalmente, podría ser calificado como corrupto, dado que eso depende de la escala de valores que se utilice para medir el impacto que tiene esta conducta sobre la administración y la comunidad. En este caso, lo que corresponde a la administración, no es aplicar sanciones, sino cerrar el portillo que dio paso a un procedimiento incorrecto e ilegal con el dinero de los comedores. Y al mismo tiempo, ofrecer soluciones para atender las demandas de los directores de los centros educativos. En un último análisis los directores que actuaron en beneficio del centro educativo, fueron siempre la excepción, porque nada podría impedir que otros se aprovechen de este mecanismo para su propio interés y ahí sin duda alguna el asunto tendría efectos perversos sobre la colectividad.
Segundo ejemplo. La Dirección de Informática del Ministerio de Hacienda, informó al país que entre enero y agosto del 2004, se pagaron 3000 millones de colones más a los educadores; además de lo que se pagó el año anterior, por un error del sistema de cómputo del Ministerio de Educación. Cabe considerar si este hecho generó o no una conducta corrupta de un docente que en unos casos sabe que está recibiendo más, y en otros casos, le es imperceptible. ¿Quién es el culpable? Hay corrupción porque hay error. De acuerdo con estimaciones al azar, si se suman los últimos 3 años en sumas pagadas de más, el monto no recuperado por Hacienda, puede incluso superar lo que se ha perdido en grandes escándalos por corrupción pública denunciados en los últimos años. ¿Hay interés del educador en ser corrupto en ese caso?, la respuesta claramente es no. ¿Hay interés del Ministerio en promover un acto de corrupción?, la respuesta es no. Porque ninguna autoridad, ni ningún funcionario han sido responsables de estos errores administrativos que el Ministerio de Hacienda no ha sido capaz de resolver. El docente que se da cuenta y no devuelve, es culpable de un acto de corrupción legalmente hablando, pero ¿qué sucede con el que no se da cuenta, porque son sumas pequeñas las que recibe? En la educación, tanto dentro del sector orgánico de la administración pública, como en el núcleo de la administración privada, se pueden encontrar actos incorrectos que podrían considerarse como corrupción en tanto beneficien a un ente privado y perjudiquen a la colectividad. Pero la situación es diferente en la mayoría de los casos, con las excepciones de rigor, cuando los recursos se utilizan en beneficio del propio sistema educativo por la incapacidad del Estado mismo.
Hasta donde se ha podido demostrar en el caso de Costa Rica, la corrupción económica en el sistema educativo, afortunadamente no tiene las dimensiones de un escándalo, pero eso no obsta para que no se controlen los problemas de corrupción con todo rigor. Otro asunto es pasar de los actos administrativos, a los aspectos donde están involucrados los valores educativos, que se pueden considerar lesionados, cuando un padre de familia pide una calificación que su hijo no merece, o cuando un profesor solicita a un alumno cierto tipo de favores a cambio de una calificación. En cualquiera de los dos casos, el acto de corrupción se consuma, cuando cualquiera de las dos partes cede. Un ejemplo más, de un acto que se podría considerar si es o no es corrupción, tiene que ver con la cuota voluntaria anual que todos los fines de diciembre, se les solicita a los padres de familia. Las autoridades del Ministerio salen al paso, indicando a los padres que al director que haga eso lo denuncien, pero por debajo, se da la doble moral, porque el Ministerio no cumple con el financiamiento a las necesidades del centro educativo. La prueba está en que durante las reuniones con los supervisores y los directores, oficialmente, se les dice que cobren porque no hay otra forma de financiar la institución.
¿Por qué esta doble moral?, ¿No sería más honesto dar la autorización oficial a los directores de los centros educativos para que recojan una cuota voluntaria para financiar el funcionamiento de ese centro, sin exponer al director a una situación tan difícil, y evadir la responsabilidad de crear un procedimiento para la recaudación y administración de las sumas de dinero que se necesitan?
En la administración pública no es posible afirmar que no hay actos de corrupción. Pero en la educación este fenómeno no se expresa de la misma forma generalizada o intencional entre los administradores, los educadores, los alumnos, y los padres. Ciertamente hay actos que podrían ser tipificados, en casos muy concretos, bonos escolares, transporte escolar donde hay grandes cantidades que se mueven, pero que al igual que en muchos de estos actos que podrían ser tipificados de corrupción, el sistema es responsable de inducir al administrador educativo al error. Al considerar la utilización del cargo para beneficio propio, es importante también, analizar las relaciones de poder que se dan en los distintos niveles del sistema educativo, y en particular dentro de la burocracia educativa estatal. Sin duda alguna, el poder de un Ministro de Educación es diferente al de un gerente de división, o el de un encargado de un comedor escolar al de un maestro sobre un grupo de niños. Para cada uno de estos casos, el poder es disímil en su naturaleza e incluye diversos elementos. No obstante, también, sus dimensiones tanto individuales como sociales, son distintas, dado que suele presentarse como un fenómeno individual aislado o como un fenómeno social más generalizado. En primer término la burocracia estatal, al igual que cualquier otra burocracia, está sometida al tráfico de influencias. En el Ministerio de Educación, uno de los empleadores más grandes que tiene el Estado costarricense, la intervención de múltiples influencias en el nombramiento de educadores, es uno de los fenómenos de corrupción más difíciles de erradicar. Ciertamente el ámbito donde mejor se expresa en qué grado y de qué forma la política partidaria se ha mezclado con la administración educativa de manera inconveniente, es en materia de nombramientos. Esta intromisión de los políticos en el Ministerio, tiene como fin nombrar a los allegados de la clase dirigente del gobierno, del partido oficial y a los amigos o parientes o alumnos. Siendo algo común, el que pasando por encima de todas las reglas de calificación para el puesto en el Ministerio de Educación se nombre a quien tenga un contacto o una recomendación política. Es un acto de corrupción, el tráfico de influencias y un abuso del cargo, ejercer una relación de poder, para beneficio propio. Entendiendo como beneficio propio, nombrar al recomendado del diputado, del gobierno, o del partido, o de su iglesia o de su familia. Ahora, conforme se repasa la estructura del Ministerio, es posible advertir que existe influencia política en los ámbitos regionales, en las escuelas y en los comedores. Mientras que en los niveles más directos que tienen relación con la provisión del servicio educativo a los niños o a los usuarios, quizás sea menor.
Otro fenómeno de corrupción muy generalizado es el de las incapacidades en el sistema educativo. Este ocuparía un segundo lugar después de los nombramientos, porque el abuso con las incapacidades no tiene límites. Esta forma de corrupción que se da también en cualquier institución, tiene dimensiones insospechadas en el Ministerio de Educación. ¿Cuántas son justificadas y cuantas no?, No existen estudios confiables. Porque muchas se hacen con la anuencia de un médico amigo de la Caja, siendo imposible preverlas. En este tema hay abuso y hay justificación. Así como existen educadores que se merecen incapacidades permanentes, los hay que no se las merecen. Otras conductas abusivas se dan en los maestros y los profesores de secundaria que tienen permiso para asistir a los Congresos; pero cuya gran mayoría no asiste y aumenta en tres días sus vacaciones pagadas. La intromisión política en el Ministerio de Educación Pública, el reemplazo del personal idóneo, por personas que no tienen ninguna capacidad, el acoso moral, los nombramientos políticos y la excesiva cantidad de educadores en este país que provocan el desplazamiento de muchos educadores a zonas alejadas, configuran un cuadro de situación que demanda una clara intervención a favor de los derechos de los educadores y los estudiantes.
Junto a los problemas arriba señalados, se encuentran la influencia de los centros privados que buscan el reconocimiento del Ministerio, el abuso de poder de los directores regionales, de los directores de colegio, de los directores de escuelas hacia las y los docentes. El acoso moral, en las instituciones educativas de acuerdo a estudios hechos en Francia y en otros países, produce incapacidades de hasta 6 meses. La cuales se justifican, porque de lo contrario el educador puede hacer más daño a los alumnos estando en el aula. Hoy son muchas las incapacidades permanentes de educadores y pensiones otorgadas a educadores, ocasionadas por el acoso moral. Sumando a lo anterior, no se ha consolidado un programa de formación e integración de la sexualidad humana porque hay posiciones no resueltas entre el Ministerio y la Iglesia Católica. En este tema el Consejo Superior de Educación, ha ido lentamente por cálculo político o por incapacidad para reunir los consensos necesarios y ofrecer una solución correcta en materia de sexualidad.
No existe una clara política de rendición de cuentas en materia educativa. Difícilmente se ejercen controles ciudadanos sobre la escuela, menos sobre el Ministerio de Educación. La ciudadanía tiene derecho a conocer los presupuestos mínimos de seis años para poder comparar los rubros de gastos, cómo y por qué se dispararon y evaluar lo que sucedió.
Una administración educativa más cercana a la ciudadanía, en las comunidades, podría contribuir a visualizar la corrupción dentro del Ministerio. Las relaciones dentro del Ministerio y el amiguismo, entre supervisores y asesores y todas las divisiones, es una realidad que debe ser combatida en aras de la objetiva atención de los reclamos de los educadores y la familia de los estudiantes. El abuso sexual, de profesores hacia alumnos se ha ido visibilizando, permitiendo a los estudiantes, conocer sus derechos y denunciar con base en el sistema de leyes que tutelan los derechos de la Niñez y la Adolescencia.
La educación contra la corrupción
Los educadores necesitan volver su mirada hacia las causas del problema de la corrupción, no solo visualizar sus efectos, para ello deben, unirse alrededor de un programa que destaque la importancia de los valores para una sociedad. Pero los valores, como la ética, solo llegan a las y los costarricenses, por medio de la educación como factor de cambio y movilidad social. De hecho sentar los cimientos de una nueva sociedad y edificar un mundo posible, requiere que se haya consolidado lo que lo sustenta: la familia. Orientar el esfuerzo educativo hacia la familia, es la tarea más urgente en el siglo que se inicia, si se fortalecen los hogares, se salvarán las y los niños y con ellos se salvará la civilización. El fundamento de nuestra redención sea espiritual o material tiene como punto de partida, la educación y el hogar, no importa dónde se nazca, sea rico o pobre el hogar de todo niño o niña, tiene derecho a sobrevivir, si se le ofrece una educación que pueda asegurar, y proteger sus aspiraciones. Los hogares son el laboratorio ideal para cualquier objetivo educativo, por ello, el Estado y la sociedad, deben concentrar recursos para asegurar su desarrollo, el cual hasta ahora ha consistido en ofrecer un techo digno, abandonando el concepto de núcleo formador de valores. El hogar sintetiza el reto más importante de la educación, dado que no sólo se necesita darle al niño del siglo veintiuno, una mejor escuela, un segundo idioma, acceso a los recursos de la informática o conciencia ambiental, la educación tiene la ineludible responsabilidad de proteger, fomentar y asegurar los valores familiares, que son la única oportunidad de ejecutar la garantía de que tendrán un porvenir. Así como se ha logrado elevar la conciencia del hombre sobre la importancia de convivir con la naturaleza, así se debe aumentar la conciencia sobre el valor de la convivencia familiar mediante la educación. La educación debe fomentar y defender un concepto integral del hogar, porque lo que la escuela y los maestros quieran hacer, requiere de una estructura emocional equilibrada que solo la familia y el hogar pueden ofrecer. La lucha contra la corrupción, exige humanizar plenamente la propia existencia y la de los demás. Proceso para el cual se requiere alcanzar la elusiva meta de la autorrealización. Es necesario crear un ambiente que permita el desarrollo de los valores, que más que virtudes, sean esencia de la vida humana. Se necesita creatividad, sensibilidad, imaginación, en una palabra: espiritualidad.
Para incrementar la capacidad de lucha contra la corrupción tanto en forma individual como colectiva, se debe propiciar el rescate del ser humano como el fin último de todo propósito social. Porque si el ser humano es la meta primordial, se podrá demostrar el nivel de conciencia adquirida y el compromiso con un cambio que transforme la propia vida y consecuentemente implique un cambio en la vida de los demás.
Para lograr esto se necesita transformar el sistema social que hemos heredado, de manera tal que esté al servicio del bienestar y el crecimiento del hombre, sustentándose en los principios de la razón, el realismo y el amor a la vida. El cambio humanista que se busca abarca la vida social, económica y cultural de nuestro país. Todos pueden, fomentar lo mejor de los seres humanos, compartiendo lo que se es, y respetando a los otros por lo que son. La comunicación es un espacio de tolerancia, un intercambio respetuoso de nuestras diferencias. Es necesario apoyar una visión humanista, donde a pesar de lo difícil, e imposible que parezca cualquier voz humana; incluida la propia; sea escuchada. Sólo un compromiso individual y colectivo con la humanidad afirma la voluntad, libera las energías y restaura el equilibrio mental de la sociedad. Una cultura anticorrupción solo se afirma cuando quienes la hacen y la practican, son capaces de identificar lo que les es propio y lo que les es extraño. Solo apreciando la diversidad cultural y participando, se puede pasar de espectador a hacedor de cultura. Lo cual puede darnos la oportunidad de expresar sensibilidad, sea mediante la creación o la promoción de ideas o bien explotando la vocación de servicio a los demás. Junto al humanismo, crece la solidaridad, que es quizá la más humana de las conductas sociales, sin ella la capacidad de convivir no resulta más que una mera ilusión. Despertar la solidaridad, es plantear la alternativa a los seres humanos de ponerle fin a un pasado de iniquidades y desplegar las oportunidades del futuro. Estas últimas son una fuente para el cambio que se anhela, cuyas ventajas plantean: trabajar aquí y ahora; con la poderosa herramienta de la cooperación, la serena confianza de la lealtad, y el apoyo insustituible de una fe sin límites en el porvenir. En el fomento de la cooperación se asegura el éxito continuado de las tareas de cualquier organización, cuya labor, concita la unión y la voluntad necesaria para cambiar un entorno sin esperanza y abrir un cúmulo de oportunidades para aquellos que no las tienen. Si la cooperación se introduce en todas las actividades de la vida cotidiana se obtiene la capacidad para vencer los más temibles retos y ejecutar aquellos proyectos que hoy parecen imposibles. Más que una norma de convivencia, se requiere lealtad con lo que se es, con los sueños, con las metas. Se necesita el apoyo de la constancia, volver sobre las fuentes originales, ensanchar el sentido social y humano, en síntesis reconquistar la más sagrada tradición de los seres humanos, confiar en el valor civil de la palabra empeñada, porque por ella vale la pena sufrir, vivir e incluso morir. Subrayar el valor de la fe, que es lo que alimenta esta pasión, este entusiasmo y esta disposición en la lucha contra la corrupción. Sin fe en nosotros y en los otros no es posible construir, ni luchar por la vida. Se requiere tener fe para enfrentar sólidamente el desafío de vivir la más interesante de todas las etapas de la humanidad. Porque solo con fe, es posible superar el miedo que limita la existencia.