Apuesta Iberoamericana por la Educación Ambiental
Apenas dos días después del asesinato de cuatro líderes asháninkas, el Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental planteó que el mito del progreso y del crecimiento sin límites ha tocado fondo, al promover la muerte progresiva del mundo en que vivimos y dar la espalda a quienes defienden los derechos de los pueblos. Los asháninkas defienden la vida y combaten la tala ilegal y la deforestación. La educación ambiental está enlazada a su lucha, al confrontar modos de entender y vivir que amenazan la supervivencia de las futuras generaciones.
Ya desde la Cumbre de la Tierra (1972), se cuestionó vivir destruyendo la vida. Hoy se cuestiona seguir aprendiendo de manera funcional a dicho modelo. Las conclusiones del Congreso Iberoamericano 2014 parten de afirmar sin tapujos que estamos ante una seria crisis civilizatoria, que es a la vez contexto y reto de la educación ambiental. Se propone “educar para la sustentabilidad de la vida”. Esto significa revisar a fondo las maneras de pensar, sentir y actuar desde paradigmas mercantilistas, rechazar un modo de vida que creíamos infalible y educar para la construcción de sociedades sustentables, más humanas, más justas, que recuperen el sentido de pertenencia a la naturaleza.
Desde los aportes de expertos como Left, Elizalde, Sorrentino, Guimaraes, Ángel, entre otros, se planteó que la educación ambiental no es neutra: asume el desafío político de hacer frente a la crisis ambiental-civilizatoria donde cada vez hay más riqueza acumulada a costa del medio ambiente y en manos del más fuerte competidor. Se propone construir saberes y valores para la transformación de esta situación y se asume que la única utopía posible de este siglo es la utopía ecológica y democrática.
Ello comienza por cuestionar las maneras de conocer y de aprender, rompiendo una tradición científica que ha fragmentado nuestra mirada al mundo y nos impide comprender la complejidad de los problemas ambientales. La racionalidad instrumental ha configurado las sociedades modernas y ha marcado las mentes de las personas que en ellas habitan con una ética individualista. Frente a ello se requiere una pedagogía crítica que posibilite la comprensión y construcción de un mundo culturalmente diverso donde un sentido conversa con el otro y donde la razón discute con la imaginación.
La educación ambiental es a la vez comunitaria porque promueve tanto el aprendizaje colectivo como las sinergias armoniosas con la vida, que son saberes contra hegemónicos. Posee un gran potencial transformador. La ruta va desde los colectivos humanos hasta la constitución de ciudadanos ambientales, enlazando escuela, territorio y comunidad en el marco del respeto a la naturaleza, a la democracia, y a los derechos de los pueblos.
Está planteado un salto educativo cualitativo: voltear la propuesta y oferta educativa actual: de baja diversidad; avasallada por la pedagogía racionalista instrumental; ciega y ajena a la disputa de sentidos sobre el desarrollo. ◘
Recuperado del Diario Uno, de fecha 15 de Septiembre 15 del 2014, en: http://diariouno.pe/columna/apuesta-iberoamericana-por-la-educacion-ambiental/