Por Diario UNO el octubre 27, 2014 Teresa Tovar Samanez
En el Perú se tiende a imitar la política educacional chilena, asumida como espejo y “modelo”. Parte de este modelo fue un sistema de medición de la calidad por el cual escuelas compiten entre sí para que no las cierren o las coloquen en una lista negra. Aplicado en Chile en su versión más autoritaria, se implementó con variantes en muchos países de la región.
Hoy ese modelo está en cuestión. El espejo en el que nos mirábamos está roto. La investigación en la región no muestran resultados concluyentes de que incentivos a la competencia mejoren los resultados educativos y sí evidencia que el sistema de competencia ha generado una fuerte segmentación (Treviño/Salazar 2011, Mex) Según M. Bachelet el uso de las mediciones “empobreció el concepto de calidad”, promovió la exclusión de niños en las escuelas y ocasionó que el sistema educativo gire casi exclusivamente “en torno al entrenamiento de pruebas”.
Sin embargo hoy en el Perú, el reciente “bono-escuela” aprobado por el MINEDU insiste en el camino fracasado. El bono beneficiará a docentes y directores de las escuelas con mejores resultados en la prueba censal.
En A. Latina se está cuestionando la competencia como mecanismo regulador de la calidad y se rebate su asociación con pruebas estandarizadas señalándose que “bajo ninguna circunstancia la evaluación docente o la evaluación de los estudiantes debe utilizarse para castigar y/o recompensar a individuos sobre la base de test de gran repercusión u otras formas de remuneración por “méritos”, que incitan a la competencia entre los actores de la educación” (Campaña Latinoamericana por el Derecho a la Educación). Beatrice Ávalos, Premio Nacional de Educación Chile 2013, el Colectivo Una Nueva Educación y el Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) publicaron en junio una carta pública de oposición a la evaluación censal por haber reproducido y amplificado la segregación educacional y haber reducido el sentido de la educación.
Se ha perdido el norte. El objetivo central es cerrar brechas y eliminar la desigualdad, garantizando a todos el derecho a una educación integral, que no es tener mejor performance en las pruebas PISA en un par de asignaturas. Sin inversión en la reversión de la pobreza educativa y sin discutir qué es “calidad”, ésta será solo un espejismo, mientras que la injusticia educativa será la realidad persistente.
Para los docentes obtener un bono ocasional no soluciona la precariedad de su salario que está entre los últimos de la región (Gentili 2014). El bono (entre 1,000 y 3,000 soles) es una vez al año y no tiene carácter remunerativo ni pensionable. Sin piso salarial decente y amarrados a las pruebas censales, los incentivos económicos pervierten el proceso de enseñanza. Ocasionan que los maestros se dediquen a entrenar a los estudiantes para dar respuestas “correctas”. Necesitamos maestros aleccionados en su desarrollo profesional, con capacidad de innovación y respuesta a la diversidad, no maestros mecanizados. ◘
Recuperado de Diario Uno, de fecha 27 de Octubre de 2014, en: diariouno.pe/columna/bono-para-docentes-el-espejo-roto/