Lo que presentamos aquí son citas tomadas del artículo Noam Chomsky and the Public Intellectual in Turbulent Times by Henry A. Giroux publicado el día lunes 12 de Mayo de 2014 en la Página Web Truthout (http://www.truth-out.org/opinion/item/23590-noam-chomsky-and-the-public-intellectual-inturbulent-times). No es un resumen, sino citas que consideramos interesantes y que se prestan al diálogo.
Él es uno de los pocos teóricos norteamericanos que adoptan formas de solidaridad y lucha colectiva no como una idea tardía sino como elemento central de lo que significa conectar lo cívico, social y ético como base de los movimientos de resistencia global. Implícito a su papel como intelectual público está la pregunta de ¿cómo debería lucir una democracia?, ¿cómo están subvertidas sus ideales y prácticas?, y ¿cuáles son las fuerzas necesarias para hacerlo realidad? Chomsky no se suscribe a una noción unidimensional del poder que uno encuentra a menudo entre muchos en la izquierda, que ven el poder como impulsado exclusivamente por las fuerzas económicas.
Para Chomsky, las crisis son vistas como la superposición, la fusión entre sí, de manera que frecuentemente pasan desapercibidas. En consecuencia, en este paradigma, la guerra contra la educación no se puede entender si se excluye “la guerra contra el Estado social”, así como el “surgimiento del estado castigador” tampoco se puede quitar de una ética dura y punitiva de la supervivencia del más apto que ahora caracteriza un modo de neoliberalismo salvaje en los Estados Unidos donde las clases dominantes ya no creen en concesiones políticas porque su poder es global, mientras que la política es local y colonizada por las relaciones de poder geopolítico neoliberal. De hecho, Chomsky trae a menudo juntos en sus temas: el terrorismo, el poder corporativo, Estados Unidos y su excepcionalismo, y otras preocupaciones a fin de proporcionar mapas que permiten a sus lectores reconfigurar el paisaje de la vida política, cultural y social, de manera que ofrezcan nuevas conexiones y posibilidades para teorizar la resistencia potencial.
Chomsky es muy crítico de los intentos conservadores y liberales para divorciarse de las actividades intelectuales como la política, y es bastante franco en su idea de que la educación tanto dentro como fuera de la escolarización institucional debería participar en la práctica de la libertad y no sólo en la búsqueda de la verdad. Ha insistido en que los educadores, artistas, periodistas y otros intelectuales tienen la responsabilidad de proporcionar a los estudiantes y al público en general el conocimiento y las habilidades que necesitan para ser capaces de aprender a pensar con rigor, ser auto-reflexivos, y desarrollar su capacidad para gobernar en lugar de ser gobernados.
Sin embargo, para Chomsky no es suficiente aprender a pensar críticamente. Los intelectuales comprometidos deben también desarrollar una imaginación ética y un sentido de responsabilidad social, necesaria para hacer que el poder sea responsable y expandir las posibilidades para que el mundo pueda vivir una vida impregnada de la libertad, la decencia, la dignidad y la justicia. En la educación superior, Chomsky ha estado proponiendo, desde los años 60, que en una sociedad sana, las universidades deben impulsar las luchas por la justicia económica y social, y que la educación no debe ser meramente crítica sino también subversiva. Chomsky ha sido inquebrantable en su creencia de que la educación debe perturbar la paz y participar en la producción de conocimientos, que es crítica de la situación actual, sobre todo en una época de violencia legitimada. También ha sido claro, al igual que sus homólogos políticos, el fallecido Pierre Bourdieu y Edward Said, en la afirmación de que los intelectuales tenían que hacer que sus voces sean accesibles a un público más amplio y ser escuchados en todas esas esferas de la vida pública en la que hay una lucha sobre el conocimiento, los valores, el poder, la identidad, la agencia y el imaginario social.
Chomsky ha sido implacable en recordar a su público que el poder tiene muchas formas y que la producción de la ignorancia no es sólo la crisis de los resultados de las pruebas nacionales o internacionales, o de un estado natural de las cosas - un argumento idiota si alguna vez hubo uno - sino de cómo la ignorancia es a menudo producida para servir al poder. Según Chomsky, la ignorancia es una formación pedagógica que se utiliza para sofocar el pensamiento y promueve una forma de anti-política, que socava los asuntos de juicio y consideración central en la política. Al mismo tiempo, es un jugador crucial en no sólo la producción de consentimiento, sino también en ahogar el desacuerdo. Para Chomsky, la ignorancia es un arma política que beneficia a los poderosos.
La educación superior está en la mira, no porque esté fallando, sino porque es una esfera pública potencialmente democrática. Como tal, los conservadores y neoliberales a menudo lo ven como una institución peligrosa que les recuerda el legado rebelde de los años 60, cuando las universidades eran el centro de las luchas por la libertad de expresión, antirracista y pedagogías feministas y el movimiento contra la guerra. La educación superior se ha convertido en un objetivo para los ideólogos de la derecha y la élite empresarial, ya que es capaz de enseñar a los estudiantes a pensar críticamente, y ofrece la promesa de nuevas formas de solidaridad a los estudiantes, fuera del valor de cambio ofrecido por el instrumentalismo neoliberal y la reducción de la educación a las formas de entrenamiento.
Chomsky extiende el legado democrático de la educación superior al insistir en que las universidades y los profesores deben impulsar los reclamos por la justicia económica y social. También sostiene, más concretamente, que si bien la educación superior debe ser venerada por su compromiso con la verdad desinteresada y la razón, también tiene un papel crucial que desempeñar en su oposición al estado de guerra permanente, la guerra contra los pobres, el silenciamiento de la disidencia por el estado de vigilancia, la creciente violencia emprendida contra los estudiantes, y el surgimiento de un Estado autoritario dedicado a asesinatos selectivos, la guerra de drones y la destrucción del medio ambiente. Parte de ese papel es el de crear una ciudadanía democrática informada y reflexiva comprometida en la lucha por la justicia social y la igualdad. De pie por la verdad es sólo una función de la universidad que tiene que asumir, y que no es suficiente. También debe cumplir con su papel de estar atento a las necesidades de los jóvenes mediante la protección de sus intereses, y educarlos para ejercer su capacidad de cumplir con sus responsabilidades sociales, políticas, económicas y éticas a los demás, a públicos más amplios, y un orden social global más amplio. Como Chomsky nos recuerda, el cuidado de otras personas es una idea peligrosa en Estados Unidos hoy y señala la transformación de los Estados Unidos de una democracia que lucha por un Estado autoritario.