En el Perú, país católico, no ha tenido resonancia mayor la Encíclica del Papa Francisco Laudato Si (alabado seas). Sobre el cuidado d nuestra casa común. Esa recepción pálida se debe sin duda a que ese documento de 187 páginas escritas a mano por el Suma Pontífice es un grito de alarma y un acta de acusación contra quienes, en aras de sus ganancias, amenazan de muerte a la naturaleza.
Tengo a la mano un manojo de diarios de Europa y Estados Unidos. Todos dedican al texto titulares de primera página, informes, editoriales. El International New York Times del domingo 21 lo comenta en extenso editorial, cuyo párrafo expresa:
“El problema del cambio climático – a diferencia, digamos, de la economía – no puede ser tema de interés diario para muchos estadounidenses o para la mayoría de ciudadanos del planeta. El debate es a menudo empeñado por ideologías y por bien financiados intentos de poner en duda los datos de la ciencia. Incluso entre aquellos bien enterados las consecuencias a largo plazo pueden parecen remotas. Como una fútil conferencia tras otra han demostrado, los hechos solos no han sido suficientes para que los gobiernos del mundo tomen acciones decisivas”.
Con palabras que bien pudieran aplicarse al caso Tía María y a la conducta de Ollanta Humala, la Encíclica señala que la “el poder, conectado con las finanzas, es el que más se resiste a los esfuerzos de prevención y solución” respecto al ambiente. El Papa se pregunta entonces para qué sirve perpetuar un sistema que no interviene cuando “es urgente y necesario”. Condena por eso a los poderes económicos que buscan la rentabilidad financiera a costa del medio ambiente.
En otro párrafo advierte a los gobernantes que su defensa de una libertad que solo sirve a los poderosos “deshonra la política”.
El Papa precisa cuáles son las consecuencias del deterioro del medio ambiente: el calentamiento global, el deshielo polar, la merma de las selvas tropicales, la explotación de recursos naturales como agua.
“este mundo”, se lee en el documento, “tiene una gran deuda social hacia los pobres que no tienen acceso al agua potable”. Se denuncia ahí el afán de comercializar este recurso escaso y el interés por transformarlo e mercancía sujeta a las leyes del mercado.
Los planteamientos ambientales de la Encíclica chocan, desde luego, con proyectos como el del estadounidense PPK que aspira a ser presidente del Perú. En Estados Unidos, el “Católico” Jeb Bush, uno de los cinco precandidatos republicanos a la presidencia, ha declarado: “Mis obispos o mis cardenales o mi Papa no me dictan la política económica”.
Bush incurre así en el novísimo pecado ecológico señalado por el Papa.
Fuente: Diario Uno