Cada 28 julio los peruanos tenemos una razón más para celebrar nuestra cultura, costumbres, historia… es una fecha en la que recordamos los esfuerzos de las distintas rebeliones y levantamientos por alcanzar la libertad peruana. La emancipación peruana se vuelve realidad con la campaña libertadora de San Martin y, luego de varios esfuerzos militares, acompañados de la población civil, se coronan las luchas con la declaración de independencia del Perú.
Un poco de diagnóstico
Un año más de autonomía. Somos libres e independientes por 194 años. Si hacemos nuestros cálculos ya son casi doscientos años de libertad y aun somos una sociedad con mucho que aprender y mucho que trabajar. Tenemos problemas sociales, políticos, educativos… etc., como toda gran nación. Lo importante, en este punto, es resaltar cuánto estamos avanzando en el combate de graves problemas como las desigualdades, la pobreza, la inseguridad y las múltiples carencias de los peruanos… A estas alturas es preciso preguntarnos: ¿Realmente se está avanzando en el combate contra la delincuencia y la inseguridad ciudadana? ¿La educación está siendo verdaderamente incentivada y para beneficio de todos? ¿Qué se ha logrado en materia de lucha contra la corrupción y el enriquecimiento ilícito? ¿Se está enfrentando de manera adecuada el narcotráfico y los rezagos de terrorismo?
El peruano tiene mucha pasión por su país y, a veces, pecamos de sentirnos orgullosos de nuestra cultura, costumbres y vida dejando de lado un análisis concreto y alturado de lo que en realidad nos rodea. Por otro lado, también sucede con frecuencia que señalamos los problemas y nos quejamos de ellos, pero nunca damos soluciones efectivas. O incluso cuando planteamos soluciones, no las hacemos realidad. Por ejemplo: una ciudad limpia, lo cual debería ser tarea y responsabilidad de todos es en muchos de los casos esquivada cuando tiramos la basurilla en cualquier rincón que nos apetezca.
Habría que ponernos la mano al pecho y sinceramente preguntarnos ¿Qué ocurre en nuestro país? ¿Qué lo angustia? ¿Cuáles son sus más grandes problemas? ¿Qué puedo hacer yo para contribuir en su solución? ¿Qué debemos hacer como pueblo organizado para erradicarlos? Ya no podemos culpar al yugo de otro país, somos nosotros, peruanos libres e independientes, quienes tenemos que poner manos a la obra.
¿Verdaderamente libres?
Cada 28 de julio festejamos nuestra libertad, pero hay preguntas que no podemos eludir: ¿Para festejar nuestra libertad no es acaso necesario ser criados en ella y formados para ella? El concepto de libertad hoy en día es fácilmente reemplazado por el concepto de libertinaje. El hacer todo cuanto nos plazca sin pensar en las consecuencias de nuestros actos. Los asesinatos, la corrupción política, el enriquecimiento ilícito, la venta de drogas… son justamente ese reemplazo del concepto de una palabra por otra. Y lo mismo ocurre con otras palabras igualmente dignas como justicia, lealtad, amor. Muchas de esas palabras han sido reemplazadas por un concepto más adecuado para llevar a cabo fines beneficiosos para pocos. La palabra “justicia” se ha trastocado en una perspectiva de “¿Qué es lo más justo para mí?” Si me beneficia entonces es justicia. Esto ocurre a menudo con los congresistas, supuestos buscadores de justicia social, quienes pelean por sus intereses o los intereses de las empresas que representan; así mismo, los jueces, que cambian sus sentencias con fines particulares de lucro. La justicia social ya no es más del pueblo, es ahora justicia personal.
Agentes de la promoción de lo accesorio
En este contexto de supuesta libertad, siempre alguien dirige nuestros ojos, oídos y anhelos hacia lo secundario. La televisión y los medios de comunicación están haciendo una magnifica tarea por distraer a los ciudadanos de la vida política, social y participativa. Los convierte en seres esclavizados, luego de su trabajo de 8 o más horas, del supuesto relax de esas horas de estrés. El entretenimiento se ha vuelto un negocio rentable, entretenimiento y poca cultura, añadiríamos. El único canal que se permite pasar cultura de modo más constante es el canal 7. Habría que ver ¿Cuántos padres prefieren un documental a un reality juvenil? Y en esa misma línea ¿Cuántos conocen los beneficios del canal del estado y sus esfuerzos por educar culturalmente a su población? Por último, como alternativa, el Internet es el portal al mundo del conocimiento y encontrar un buen documental tarda tanto como presionar un par de teclas, escoger entre un listado y dar un click.
Si bien la televisión juega un papel importante de aletargamiento y sometimiento, difundiendo mayormente programas banales y que algunos han sido calificados de “basura”, no menos hacen muchos medios escritos. Algunos diarios tienen una clara tendencia hacia ciertos partidos de derecha e incluso favorecen a personajes políticos con serias denuncias e investigaciones de corrupción. Nuestros ex-presidentes tampoco se salvan. Una anotación que también debo recalcar es el hecho de que los reality juveniles dados en televisión, son abarcados por la prensa escrita. Una forma de saturar e introducir a todos en ese show, por si alguno se escapa.
La Participación
Algo que mencionar de los últimos libros juveniles y sus correspondientes películas es que en muchos de estos mundos fantásticos, la tiranía es siempre un ingrediente que ya ha corroído la mente humana, haciendo que sus habitantes vivan bajo el yugo de los tiranos sin ninguna capacidad de respuesta o contraataque. El o la protagonista, sin embargo, a diferencia de los demás personajes es uno descontento y analítico. Sabe y acepta su contexto esclavizado y participa, se mueve, por un mejor futuro. Creo que la participación en distintos ámbitos y etapas es necesaria para conquistar una sociedad verdaderamente libre. Me explico: Decíamos al principio que la libertad, la responsabilidad, la justicia es una capacidad que debe ser educada. ¿De quién es la tarea? Yo diría de todos. Se puede enseñar a ser responsable al cruzar por las líneas peatonales o tirando la basurilla en los tachos de basura correspondientes, ser justos al ceder el asiento a una persona necesitada o hacer uso correcto de nuestra libertad al actuar sin herir a nuestro prójimo. El ejemplo es la estrategia más apropiada para educar, especialmente si se educa en hábitos o actitudes.
Entonces, ¿quiénes impulsan esta educación de la libertad, la justicia y la responsabilidad en nuestro tiempo? Todo empieza en la familia y se expande hacia el contexto inmediato, la escuela y la sociedad. La participación de todos es necesaria para que reaprendamos la valoración de la justicia, la libertad y la responsabilidad y, así mismo, que nuestros niños y educandos puedan educarse en un ambiente que los forje como personas dignas, responsables y justas.
Otro aspecto importante es la participación en nuestra vida política y social. Uno de los aspectos que nos caracteriza como peruanos es la solidaridad. Nunca como antes habíamos estado llamados a la solidaridad, a trabajar por la justicia social, a erradicar la desigualdad, a asegurar a los más desprotegidos. La marcha de los jóvenes “pulpines” por mejores condiciones laborales y un sueldo justo es una de las tantas formas de participar, o sea, hacerse activo en la vida política y pronunciarse por derechos tan básicos como la dignidad laboral.
La participación, entonces, tanto como un buen análisis de la situación nos liberan.
¿Cómo se rompen cadenas si no hay movimiento?
Las cadenas del pasado ahora son otras, ese interés por lo accesorio, el distanciamiento de la participación política, el entretenimiento que no nos deja ver el contexto real de nuestro país son nuestra nuevas bolas de acero. ¿Libres soberanamente? Creo que aún nos falta mucho por alcanzar un nivel satisfactorio de vida y de libertad. Y si bien es cierto que nunca llegaremos al mundo perfecto, entonces esta es una buena razón para afirmar que nunca debemos de dejar de trabajar y luchar. Repotenciemos lo que ya tenemos y trabajemos en nuestras carencias. Con una mano en el pecho y con los ojos bien abiertos, analizando cada información y nuestro contexto, dejemos que el corazón bombee participación.