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Más mediciones, ¿más calidad?


El Ministerio de Educación ha lanzado el “Semáforo Escuela” para medir mensualmente la asistencia de alumnos, docentes y directores, el cumplimiento del horario de clases y la dotación de servicios. Esta medida se suma a otras ya en marcha que configuran una amalgama de mediciones y evaluaciones. Este año se aplican: la prueba PISA (agosto), la evaluación censal en primaria y secundaria (octubre), el Bono Escuela para las escuelas con mejores resultados (noviembre). Además están las evaluaciones de la carrera magisterial: de directores (febrero), de nombramiento para interinos (marzo); de reubicación en la carrera (marzo), de ingreso a la carrera (agosto)… y aún está pendiente la de desempeño docente.

Tanto las mediciones de aprendizaje como el uso intensivo de evaluaciones de docentes y escuelas ocasionan que el sistema educativo y la vida escolar se organicen en torno a la aplicación de pruebas. La pregunta es si a más mediciones tenemos más calidad. Las mediciones no la ocasionan, del mismo modo que el termómetro no cura la fiebre. Sólo miden, Deberían ser un indicador para mejorar la gestión del sistema educativo, no un eje del acto de enseñar. Un reciente análisis de PISA señala que los países que implementan evaluaciones con alto impacto en escuelas y docentes están atrapados en una ruta incompatible con la enseñanza de la creatividad, la autonomía y la comprensión, que desvirtúa la finalidad de la educación.

El peso exagerado de pruebas y mediciones va asociado a su uso indebido como estrategia “pedagógica” y tiende a convertirlas en sinónimo de modelo educativo. Se utilizan para asignar incentivos o sanciones instalando la competencia y el temor, en lugar de la cooperación y las expectativas, como motor de la calidad. B) Generan rankings y categorías que, cuando se hacen públicas, estigmatizan a escuelas y estudiantes de estratos pobres. El Semáforo va por ese camino: sus resultados serán públicos y las UGEL que logren las metas esperadas recibirán un incentivo económico para “generar una mayor competencia”.

Además, instaladas sobre sistemas económicos fuertemente segregadores, las evaluaciones agravan la desigualdad. El mismo estudio de PISA señala que el Perú mejoró sus resultados pero a costa de aumentar su desigualdad, siendo el país con mayor segregación social entre todos los participantes, lo que coincide con la tendencia de duplicar la brecha urbano/rural que muestran las evaluaciones censales nacionales como tendencia histórica desde hace una década. El estudio evidencia asimismo que tenemos los salarios docentes más bajos entre los siete países estudiados.

Es un camino minado y estamos ingresando en él cuando ya están cantados sus resultados equívocos. Replantearlo supone relativizar el peso de las evaluaciones. Pero ademásy sobre todo, supone colocar por delante políticas agresivas de equidad y de revaloración docente.

No hay camino hacia la libertad, la libertad es el camino. (Mahatma Gandhi).


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