La codicia humana a veces no conoce límites ni para con los niños. Lo que viene pasando desde hace 2 años con la Ley 30021 de promoción de alimentación saludable para niños, niñas y adolescentes (Ley chatarra) evidencia lo perverso del neoliberalismo como modelo económico que pone el lucro por encima incluso de la salud de los niños.
La Sociedad Nacional de Industria (SNI) no ha dejado de ejercer presión desde antes que se aprobara la ley, y tras su promulgación en 2013, evitando que se publique el reglamento que la pone en vigencia. Así han seguido lucrando 2 años con la salud de los niños y adolescentes a quienes la ley busca proteger. Según la Dirección Regional de Salud (Diresa 2014) el 22% de niños entre 5 y 11 años en el Perú tienen obesidad y el 23%, sobrepeso. En adolescentes, el 29,9% tiene sobrepeso. En los últimos 10 años se ha incrementado más del 50% los casos de diabetes tipo 2 en adolescentes que de niños tuvieron sobrepeso y obesidad. ¿Por qué la ley se centra en la comida hiperprocesada? Porque son los productos que no contienen alimentos naturales, en la mayoría de casos, pero que sí tienen altos niveles de azúcar, sal y grasas malas. Los snacks, bocadillos, galletas, chizitos, jugos en caja, gaseosas, etc. que los padres de manera inocente creen que no son tan nocivos para sus hijos, los están condenando en el futuro a tener enfermedades como diabetes, hipertensión, problemas cardíacos, cáncer y más.
La SNI apela de forma manipuladora y falsa al principio liberal de no intromisión del Estado en asuntos privados. No porque le interese libertad alguna, sino porque quiere seguir manteniendo su negocio a costa de nuestra salud en base a 3 pilares: 1) Productos con ingredientes en proporciones y calidad dañinos pero adictivos al paladar; 2) megapublicidad que los hace lucir inofensivos; 3) etiquetado incomprensible para que el consumidor no sepa qué compra y cómo afecta su salud. Por ejemplo, donde la ley propone que un paquete diga: “estos 39 gramos de azúcar sobrepasan en 156% el requerimiento diario de azúcar”, la industria quiere que solo diga: 39 gr. de azúcar.
Desde hace 30 años estos productos industriales se han ido desnaturalizando, cada vez usando menos ingredientes naturales y metiendo en sus porciones mayor cantidad de sal, azúcar, grasas trans y saturadas, saborizantes, porque saben mejor al paladar. Está científicamente probado que, por ejemplo, el azúcar es una sustancia “tremendamente adictiva”, que el exceso de fructosa (uno de los componentes del azúcar en todos estos alimentos) “hace que el hígado fabrique un tipo de grasa llamado triglicérido, que se acumula en el hígado causando hígado graso y puede causar infartos cardiacos y derrames cerebrales. La fructosa causa también aumento de la presión arterial, ocasiona daño directo en los riñones y hace que el organismo desarrolle un estado llamado resistencia a la insulina, la cual causa diabetes” (Dr. Elemer Huerta).
Pero la industria es tan perversa que pretende confundir a la gente diciendo que el azúcar de las frutas naturales es igual que la de las cajitas de jugo, gaseosas o dulces (“Es muy importante aclarar que la fructosa de la fruta natural no causa daño”. Dr. Huerta). Por eso la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Panamericana de Salud (OPS), los dos más grandes órganos internacionales que velan por la salud humana en el mundo, y que basan sus recomendaciones en investigaciones científicas serias y de largo aliento, fijaron los parámetros mínimos de estos ingredientes silenciosamente perversos que están en la mayoría de productos hiperprocesados. Parámetros mínimos que forman parte de un plan de acción adoptado por los países de las Américas (México, Chile, Brasil, Perú, etc.) para detener el aumento acelerado de la epidemia de obesidad en niños y adolescentes. Parámetros por los que se luchó en la Ley peruana que hoy, tras 2 años sin reglamento, el poderoso lobby industrial pretende deshacer.
El inefable congresista del PPC, Eguren, ha presentado una modificación a la ley ante la Comisión de Salud del Congreso que la verá el miércoles. Busca echarse abajo el corazón de la ley cambiando los parámetros del etiquetado para que no digan: alto en grasas, sal o azúcar; buscan confundir cambiando el concepto de “alimentación saludable” por el de “inocuidad y energía”, y no quieren que se obligue a colegios a tener kioskos solamente con comida saludable. La ciencia avanza, la información también y como padres y ciudadanos debemos combatir la desinformación de malos empresarios que con gente como Eguren traicionan a la población deformando esta ley tan necesaria para nuestro futuro y el de nuestros hijos. El capitalismo, cuando solo vela por el lucro en perjuicio de la gente, no es otra cosa que codicia y abuso disfrazados de libertad económica.